viernes, 26 de octubre de 2007

domingo, 21 de octubre de 2007

Viento del sur


El sur, como solemos llamar a la patagonia, es un lugar querido al que siempre me dan ganas de volver, y al que siempre que pude volví. La primera vez que fui tenía seis años y entonces parte del viaje acampábamos y otras veces parábamos en hosterías. El gusto del pan casero las mermeladas y las truchas, la sensación de aventura, el paisaje, la claridad del aire, y sobre todo el olor indefinible que traía el viento se quedaron conmigo para siempre. Si la inmensidad pudiera olerse, diría que había olor a inmensidad. A veces aparece algo así por acá. Una luz, algo en el aire que no puedo explicar, un olor casi imperceptible pero grandioso, no sé, es “olor a sur” y enseguida me lleva a los recuerdos y a las ganas de estar ahí.
La última vez que fui, hace cuatro años, estuvimos en El Bolsón y nos alojamos en “La posada de Odile”. Odile es una artista francesa que vive allí hace ya muchos años y que pinta sobre seda. En las veinte o más hectáreas donde tiene su posada hay campos de lavandas, una arboleda maravillosa y un arroyo, o más bien un leve desvío del río que está ahí nomás para ir a bañarse cuando uno quiera. Un pequeño paraíso.
Tanta suerte tuvimos que nos tocó habitar un departamento, cuyas puertas estaban ilustradas por Odile, por Antonio Pujía y por el hijo de Pujía. Un placer, y para mí, un lujo. Las imágenes son fotos de fotos, de ahí la desprolijidad que sabrán perdonar.





Esta es la cocina de Odile donde pone a secar sus flores y sus hierbas con las que destila escencias que perfuman, y alivian cualquier mal.

Las Gaviotas es un pueblito que queda al lado del Bolsón. Allí hay una feria donde se exponen por ejemplo exquisitas artesanías en vidrio, madera, metal y cerámica, como los objetos que hace Gloria en su taller-café Glo, donde además hay funciones de títeres para los chicos, y se puede ver el cerro Piltriquitrón, como también se ve desde la posada de Odile, y en realidad desde cualquier lugar por donde uno vaya.
El cuadro que está a contraluz en la ventana de Gloria es una obra de Odile.


jueves, 18 de octubre de 2007

Desde estas hermosas playas... Postal 1

Mar del Plata, como todas las ciudades, está llena de tesoros ocultos y otros no tanto. Fotógrafos, pintores, escritores, bailarines, corégrafos, diseñadores, músicos, orfebres, actores, etc.(hablo en general e incluyo hombres y mujeres) . Por suerte conozco a algunos, y con su permiso voy a ir presentándolos. Mailena Martínez es, además de una amiga, una poeta que ya hace muchos años que vive en Mar del Plata. Ella llamó Calendoscopio a esta serie de poemas.




Calendoscopio


Mayo

Vino la lluvia
colgada de los días de mayo
como pidiendo quedarse

vieja hechicera
te convenció de su encanto

empaparse es malo a cierta edad
murmuran cerca
tus brazos desprendidos

diluvios y fotos se confunden
40º te hablan
en su idioma de fuego
amor y lluvia dicen
tan semejantes








Julio

los días me desarman
helados, persistentes
quiero rehacerme
y me equivoco
soy un rompecabezas desaliñado
Sobran piezas














Septiembre

mi noche anda entre las voces
descalza
viaja para adentro
sin abrigo

esas caras
no ven la sangre
en la piel de este septiembre
absurdo septiembre
sin violetas
ni milagros

mi noche espera
con ojos muy abiertos
a que llegue la mañana
y le ponga con cuidado los zapatos









Diciembre

anda corriendo la noche
a cielo libre
en diciembre
algo impreciso entre bordes muy perfectos
me nombra
dueña de todas las palabras
menos una















Enero


hay violencia en este mundo suspendido
incendio
inflexible reclamo de chicharras
el aire está temblando
encadenado


esperar la lluvia
el viento sur
como insistir en la revolución
que cambiará el mundo

lunes, 15 de octubre de 2007

La patria cocinera

Dos de mis amigas, Ana y Fabiana, viven en lugares opuestos. Yo jocosamente las llamo la capitalissta y la comunissta. Cada una tiene un hijo, y los dos son hermosos. Fabiana lo tiene a David y Ana a Sarah, que estudia violonchelo en La Habana y yo sé que va a dar que hablar. Las dos vienen de visita a la Argentina más o menos para la misma época. Ellas no se conocen entre sí; y yo las espero, las quiero, las escucho y les preparo mate.
Fabiana vive en un pueblo del sur de Estados Unidos donde hay muchos inmigrantes. En un intento de juntar fondos para reparar unos juegos del colegio de sus hijos, las madres extranjeras se unieron y recopilaron sus recetas de cocina más tradicionales, a las que les unieron textos con recuerdos de infancia y pinturas hechas por los chicos. La edición fue limitada (sólo 100 ejemplares), porque hubo un asuntito de marquesinas y exigencias sobre los derechos de comercialización por parte de las locales, y entonces el resto del mundo se calentó y se acabó la historia.
Fabiana tenía la errónea idea de darle este libro a su suegra, mujer a la que le escuché maldecir en varios idiomas. -Ni loca-, le dije yo mientras lo abrazaba y la miraba fijo como diciéndole a ver cómo te las arreglás ahora para sacármelo. Ella no lo va saber apreciar.
Mi amiga me miró aterrorizada, y dijo -Pero..., tenés razón. Quedátelo vos. Y así fue como un poco apropiadodeprepo, o mejor dicho desviado de la ruta hacia el olvido, me hice poseedora de este libro, que es para mi uno de mis tesoros más preciados. El enooorme plato de ñoquis gris, es lo que pintó David.








México Venezuela y Argentina





Bolivia y Argentina





México y Corea





martes, 9 de octubre de 2007

Silencio II o Morosos Incobrables

“Primero invento pobres y enfermos, después regalo el hospital”, decía M.Elena Walsh, si mal no recuerdo, en su canción Juguemos en el mundo, para mí tan vigente como Cambalache. Yo acoto, “ en vez de dar, no niegues”.

Hace unos días miraba de reojo y empezado, un documental en el canal “Encuentro” titulado “Mujeres”. Sánchez Iriondo es el apellido de la mujer que hablaba junto a un grupo de otras tantas. No sé porqué no recuerdo bien el nombre. Elena, tal vez. Podría haber sido una señora paqueta más, expiando culpas cristianas con gente de bajos recursos, como quien acomoda la salita de estar del más allá. Pero lo que escuchaba, me hizo dejar lo que estaba haciendo para prestar atención a lo que ella decía a otras mujeres, de costumbres menos refinadas y vidas un tanto más ásperas.
Había que verla y escucharla en acción. Organizaba el trabajo comunitario y explicaba, con la simpleza de la sabiduría, porqué era importante que no le pegaran a los chicos.
(Obvio, pensaríamos muchos), bueno, no tan obvio. En rueda de mate y sin dejar de ser ella, les preguntaba qué hacían con sus hijos, cuando por equis causa perdían la paciencia. Todas, y muertas de risa, reconocían el golpe. “Ustedes son muy jetonas, muy mano larga”, les decía esta cordobesa, y después graficaba con una ternura infinita las consecuencias de los golpes repetidos en esas cabecitas minúsculas. Las mujeres dejaban de a poco de reír. Explicaba cómo los médicos se daban cuenta enseguida de que un niño era golpeado, maltratado. Desde la reacción temerosa e instintiva de los chicos que retrocedían ante el menor acercamiento, hasta las pruebas más contundentes. Algunas bajaban la cabeza. Pasaba después a hablar de los abusos a los que a su vez esas madres eran sometidas, y lejos de posicionarlas como víctimas, las erigía en responsables de sí mismas. Teatralizaban por ejemplo una denuncia en la comisaría. “Una exposición, no. Le dicen al que las atiende que lo que quieren hacer es una de-nun-cia” y la palabra denuncia sonaba a coro superpuesta a la de ella. Las mujeres volvían a reírse, y se ponían firmes en la representación de su reclamo, como quien da la lección en el frente. En este caso, de dignidad y autorespeto.
De pronto habló del silencio. Lo nombró, ya en entrevista con el que iba a filmarla, y habló de ese silencio que a mi me desespera. Del de esos críos rotos a golpes que devienen, con suerte, en hombres y mujeres que ya no pueden hablar. Por miedo, por costumbre o por ignorancia. Yo me iba acurrucando, queriendo y no queriendo oir, y espantando recuerdos de hospital, de las pasantías por hospitales de niños, del practicantado en el hospitalito de Florencio Varela, donde no sé si aprendí medicina pero asistí a mundos y realidades que me transformaron como a esta otra mujer.
Pero lo que volvió a mi con mucha fuerza fue la mañana en que entendí realmente la atroz dimensión del silencio. El hombre estaba frente a mi, en un consultorio de hospital público marplatense, y yo le hacía preguntas muy sencillas. Le pedía datos, cosas simples, elementales. Empezó balbuceando. El había llegado hasta allí, que no era poca cosa, con el dolor de una pierna que no lo dejaba vivir, y todo lo que quería era que le solucionáramos el problema. No que le creáramos otro, y mis preguntas eran su desesperación. Yo esperaba respuestas que él no podía darme, y me miraba con esos ojos como túneles, y fue callando sus intentos torpes por hacerse entender hasta no decir más nada. No había más palabras que esperar, y su silencio sigue siendo mi desesperación. La señora de “Encuentro” relataba las consecuencias de la desnutrición sobre el desarrollo cerebral, y en su discurso también decía desesperación. Lo que Bordelois dice como lingüista esta mujer lo dice desde el llano, y las dos dicen lo mismo y yo lo entiendo.
Por eso detesto las dádivas y el asistencialismo, que no fue lo que vi en esa señora.
“Que nunca les falten los inundados” dije una vez mientras miraba al caradura de turno hundiendo las botas hasta los tobillos para la foto. Y creo que la perversidad del juego político consiste entre otras cosas en sostener la necesidad, no en solucionarla. En prometer lo que no les conviene cumplir.
Qué es el poder sino la posibilidad de , el poder hacer ? Está claro que el poder cumple con su deber. Siempre está en deuda. En deuda con una sociedad cada vez más privada de lo que legítimamente le corresponde, embrutecida violenta y violentada.
La nota terminó con la mujer caminando con un chiquito a upa y agradeciendo todo lo que recibía de esa comunidad. Son mi vida, dijo. Envidiable.
Será que se acercan las elecciones, y me pongo rabiosa, perdón.

martes, 2 de octubre de 2007

Socorro, donde dice escuchemos, no se oira absolutamente nada.

Bueno creo que hice lío para variar, pero si llegan a Yo Yo Ma, no importa.
http://www.youtube.com/watch?v=n4vpqjQ8Cuo

Escuchemos

http://www.youtube.com/watch?v=n4vpqjQ8Cuo

Gracias Mailena!!!

lunes, 1 de octubre de 2007